Petróleo, política y mentiras

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La producción petrolera de Venezuela durante este periodo de crisis política, de acuerdo con cifras estimadas por la OPEP llegó a reducirse hasta los 650 mil barriles diarios. Venezuela tuvo durante mucho tiempo una producción estable sobre los 3 millones de barriles diarios. ¿Qué ha pasado? ¿Se explica esa caída de la producción por el bloqueo que el gobierno norteamericano impone al país? ¿Se trata de la torpeza y desconocimiento con que se ha venido manejando la industria petrolera en los últimos tiempos?

Estas interrogantes son planteadas desde la perspectiva de cada posición política predominante. ¿Son solo esas las explicaciones posibles?: ineptitud gubernamental o bloqueo.

La industria petrolera es compleja y dinámica, pero al igual que en cualquier industria con más de un siglo de actividad, no existen secretos en su operación, ni su trabajo requiere de extraterrestres iluminados. La industria petrolera además posee tal nivel de ganancia, que bastaría con dedicar un porcentaje de su flujo de caja para contratar los extrate… perdón, los profesionales y la tecnología necesaria para su producción.

Existen otras explicaciones y son aquellas que se atribuyen a una confrontación política que ha llegado a utilizar cualquier elemento de la vida del país con tal de causarle daño o intentar doblegar al otro. Porque en eso se ha convertido esta confrontación política, que de la discusión se pasó a los puños, podríamos decir, haciendo uso del argot callejero, es más, nos hemos ido a buscar a los vecinos y a los amigos más grandes
para que nos ayuden contra el otro.

Así, no es difícil identificar las dos estrategias diabólicas que se juntaron en contra del interés nacional. Una estrategia, la del gobierno que buscaba cortar el suministro de nuestro petróleo a EE. UU, la otra, la de los gringos según la cual, si no me das el petróleo a mí, no se lo das a nadie. Sea por la razón que sea, en la práctica, Venezuela dejó, por un largo tiempo, de enviar petróleo a USA.

Siempre se nos dijo que Venezuela no podría vivir sin depender del petróleo. Pues por un tiempo dejamos de hacerlo. Obviamente a un elevado costo para la población. La calidad de vida desmejoró notablemente. Lo curioso es que ambos paradigmas se desmoronan, ni es verdad que Venezuela no puede vivir sin petróleo, ni es verdad que Estados Unidos no podía vivir sin el petróleo venezolano.

Esta disquisición es igualmente aplicable a muchos elementos y factores que hoy afectan el desenvolvimiento de la vida social, económica y política del país. Por razones de esa lógica diabólica que nos convirtió en rehenes de la geopolítica norteamericana, de la lucha por el poder que hoy nos imponen los dos bandos en pugna, todo se polariza, banaliza y distorsiona con descaro y cinismo. Todo se justifica en aras de derrotar, estigmatizar y acorralar, al contrario.

La realidad es que la vida del ciudadano se ha venido menoscabando a partir de una confrontación mezquina, irracional y ambiciosa por el poder, sin ningún respeto ni por el país o por la gente, por la que todos dicen sacrificarse.

Lo que vivimos es posible gracias al progresivo deterioro del ser político de nuestra sociedad venezolana, sin despreciar los factores internacionales, que nos han inundado e invadido, de un lado y del otro, amparados justamente en esta lógica infernal.

Lo cierto es que, al pensar con racionalidad, se llega a la conclusión que este liderazgo, de unos y otros, ha ido perdiendo el sentido de nación, ese sentido común de país, dirán unos o de patria dirán otros -porque la propaganda ha desfigurado nuestros conceptos y valores básicos-.
La idea final es que esa depauperización del ser político viene impactando de manera desbocada todo el entramado social, político y económico, haciendo añicos todo vestigio de institucionalidad, de estado de derecho y de sentido nacional.

Causa terror cuando se leen análisis de las estrategias que hoy se utilizan en el mundo, en la búsqueda de destruir estados, de acabar con naciones, no solo con bombas, sino destruyendo lo que mantiene a la gente unida bajo una idea de país.

El país ha caído en la desesperanza. La principal causa de la desesperanza es la incredulidad en el liderazgo que de lado y lado nos ha conducido hasta aquí. Por algún lado debemos comenzar.

Jacinto Lugo

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