2023: El año de los desastres naturales

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Desastre indescriptible en Hawái – Cortesía Internet

Noticias inquietantes recorren el mundo en este 2023: Récords de Altas Temperaturas en China, Estados Unidos, Europa. Las temporadas de sequía se han hecho más intensas.

Los Incendios de gran escala se multiplican, en Grecia (agosto 2023, el más grande registrado históricamente en la Unión Europea), en Chile (febrero 2023), en Tenerife (agosto 2023), en Canadá (Marzo a Junio 2023, la peor temporada de incendios en su historia), en Hawái (agosto 2023, catalogado como el peor desastre natural de las islas).

Los Huracanes y tempestades que con fuerzas e intensidades no conocidas alcanzan poblados y ciudades tradicionalmente no afectadas por estos fenómenos. En México (octubre 2023, Huracán “Otis” arrasó con la ciudad de Acapulco). En Derna-Libia (septiembre 2023) la Tormenta “Daniel” produjo fuertes vientos y lluvias que provocaron inundaciones masivas. La crecida de los ríos rompió dos represas y las aguas posteriormente arrasaron la ciudad de Derna, que quedó sumergida, dejando más de 11 mil muertos.

¿Qué está pasando en Hawai?, incendios arrasan poblaciones enteras https://www.youtube.com/watch?v=_U34qUaQOWo

Terremotos. En febrero 2023, Turquía y Siria son sacudidas por un sismo de magnitud 7,8 dejando más de 60 mil muertos y causó daños en Chipre, Egipto e Irak. En enero un terremoto de magnitud 7.6 estremeció a Indonesia. En marzo un sismo de magnitud 6.1 se registró en Afganistán, produciendo cerca de mil quinientas muertes. En septiembre un terremoto de magnitud 6.8 afectó a Marruecos dejando cerca de 3 mil muertos.

Crisis por falta de agua en algunos países -Uruguay grita de sed (2022-2023)-; todos estos acontecimientos son signos relevantes, es la voz de la naturaleza que se expresa con la misma crueldad con que los hombres la hemos tratado.

Los cambios en el comportamiento de la naturaleza ya no son solo un discurso de los ambientalistas. Hemos llegado al punto donde la crudeza de las manifestaciones climáticas, así como de los mares y los vientos, por hablar de las más visibles, confirman que hemos llegado a un lugar sin retorno. O cambiamos o perecemos es la máxima de esta era.

Sin embargo, nuestras sociedades mantienen su forma y maneras de funcionar: Emisión de gases invernadero, contaminación de ríos, lagos y mares, arrase de bosques, acumulación de desechos tóxicos escondidos por doquier, para engañarnos a nosotros mismos y obtener riqueza inmediata. El comportamiento de nuestra sociedad está marcado por lo que se denomina “progreso” y este concepto comporta generación de riqueza a cualquier costo. La sociedad no tiene otra salida para su supervivencia que ordenar y cultivar una idea de sociedad con valores diferentes. Valores que hoy chocan contra lo permitido. Las ideas de crecimiento en el presente son ideas impulsadas y sostenidas por las elites de los países poderosos, que han ido permeando hacia el resto de la población mundial haciéndose mayoritarias y aunque sea un contrasentido, dándoles legitimidad.

Sequia en Uruguay

Mientras tanto, los clamores por la defensa del ambiente no pasan de haber acuñado frases con la palabra “verde”: “ecología verde”, “energía verde”, y hasta de “marketing verde” oímos por ahí, lo que ha convertido el discurso ambientalista en comercial, relevándolo de su verdadero motivo e intención, pero contradictoriamente crea en la población la idea de que se está haciendo mucho por el medio ambiente.

Los grupos y movimientos ecologistas han crecido y avanzado en todo el mundo. Las campañas pro-defensa del medio ambiente suenan por doquier, pero…no es ni ha sido suficiente.

No hay acciones contundentes contra las acciones tóxicas y dañinas: Japón (agosto 23) anuncia que tiene un plan de verter en el mar 1,3 millones de toneladas de agua radioactiva, ratificando descaradamente cómo nuestros mares los hemos convertido en el alcantarillado de nuestro mundo.

Las organizaciones internacionales, desde la ONU hasta las asociaciones regionales han acordado “metas para el saneamiento ambiental”, que nunca son cumplidas y sus objetivos quedan postergados consecuentemente cada año. Unos cumplen, la mayoría no acata. Resultado: La naturaleza no cesa en sus manifestaciones de fuerza desbordada e incontrolable.

El dilema que se nos presenta no es fácil de resolver. El mundo en que vivimos no alcanza a encontrar un consenso, por lo menos en cuanto a valores de vida y especialmente en relación con el comportamiento frente a la naturaleza. Por encima de estas consideraciones, los países potencia -con mayor desarrollo económico y militar- priorizan sus propios objetivos individuales: mantener la supremacía mundial a cualquier costo.

Mientras tanto, la lógica de la naturaleza rebasa las consideraciones ideológico-políticas: No habrá supremacía ni potencia en un mundo invivible.

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