Texto por: Yurany Arciniegas (France 24) – con Reuters, AFP, AP y medios locales
El país suramericano de 3,5 millones de habitantes atraviesa por su peor crisis hídrica en 74 años, lo que obliga a los residentes a depender del agua embotellada. Sin embargo, los más vulnerables económicamente no pueden acceder a esa forma de abastecimiento. La escasez de lluvias, especialmente desde finales de 2022, ha forzado a las autoridades a usar agua de una parte más salada del río Santa Lucía, que provee la mayor parte del recurso al país, lo que deja a la mayoría de habitantes sin agua potable.
«Está sombrío», afirma el uruguayo Mario del Pino, señalando el embalse de Canelón Grande, una importante fuente de agua para la sedienta capital de Uruguay, Montevideo.
Ahora, el lugar se encuentra rodeado de maleza y tierra agrietada. «El agua solía cubrir todo lo que puedes ver», enfatiza, al indicar la enorme disminución de reserva hídrica.
Uruguay experimenta una fuerte sequía y escasez de agua, la peor en 74 años, remarcan los expertos, mientras el país suramericano ejemplifica lo que puede ocurrir en el resto del mundo. El cambio climático no solo es una realidad, sino que sus consecuencias se sienten de formas cada vez más agresivas.
Paradójicamente, Uruguay fue el primer país del mundo en consignar en su Constitución de 2004 el derecho al agua potable, pero hoy lo plasmado en las leyes no se refleja en la realidad.
La principal fuente de agua dulce para Montevideo y sus alrededores es el embalse de Paso Severino, a unos 85 km al norte de la capital. Sin embargo, allí el panorama tampoco es diferente, las reservas han estado disminuyendo desde hace meses.
Al pasado 7 de junio, cuando se difundió el más reciente balance oficial, había 4.400.000 m3 de un total de 67.000.000 m3 de capacidad. Cifras preocupantes, ya que Montevideo consume un promedio de 550.000 m3 diarios.
Lo que solía ser una caudalosa represa, ahora se asemeja a un simple charco. Los biólogos explican que si bien la nación ha vivido en los dos últimos años una sequía relativamente “normal”, desde finales de 2022 las lluvias han sido escasas.
La disminución de las precipitaciones es histórica. Tan solo unas pocas gotas han caído en los últimos días, en momentos en que el fenómeno de La Niña azota al territorio uruguayo.
“sale cada vez más salada, así que no puedes beberla, pero tienes sed y entonces necesitas beberla”
El agua “está intomable”
La escasez del líquido vital es tal que esta semana las autoridades sanitarias extendieron hasta el próximo 20 de julio los límites máximos de sodio y cloruros permitidos en el agua que la Administración Nacional de las Obras Sanitarias del Estado (OSE) distribuye en Montevideo y localidades aledañas, ya aumentados excepcionalmente dos veces.
También avalaron el aumento temporal de trihalometanos (THM), compuestos químicos que se forman durante la desinfección con cloro y son nocivos si se consumen a lo largo de décadas.
«Es absolutamente seguro que por 45 días el aumento de THM no produce ningún daño a la salud», declaró la ministra de Salud, Karina Rando. Pero la medida desesperada no puede mantenerse a largo plazo.
Desde finales del pasado abril, OSE ha estado mezclando el agua dulce de Paso Severino con la que proviene de fuentes cercanas al Río de la Plata, más salobre por provenir del estuario. Sin embargo, el cambio en el sabor del líquido es evidente.
«Está muy salada y a veces tiene un color bastante turbio. Está intomable», describe a AFP Marcelo Fernández, de 43 años y empleado en un centro comercial.
La ira por la escasez de agua ha provocado múltiples protestas en las calles de la capital, donde pancartas y grafitis señalan: «No hay sequía, solo saqueo» o «el saqueo está salado».
Hay quienes apuntan a la agroindustria como culpable parcial de los problemas de agua en Uruguay. Así lo subraya Federico Kreimerman, un líder sindical de OSE, quien agrega que el agua del río Santa Lucía se desvía a embalses privados para riego.
«La proporción de agua para consumo humano es pequeña (…) Los empresarios de agronegocios represan el río y lo usan para ellos mismos», sostiene Kreimerman.
‘Si no llueve en los próximos días, no habrá agua potable’
Esta situación ha llevado a muchos a optar por pagar agua embotellada. Esa alternativa se ha disparado, pero no todos pueden permitirse comprar el recurso potable que solían tener al alcance de un grifo y que ahora se está convirtiendo en un lujo.
«Es algo urgente de solucionar, y más para las personas que no tienen recursos para comprar agua embotellada», resalta Romina Maciel, una estudiante de historia, de 33 años, en Montevideo.
El agua “sale cada vez más salada, así que no puedes beberla, pero tienes sed y entonces necesitas beberla”, indica Natalia Moreira, una ama de casa 33 años, que vive en uno de los barrios más pobres de la capital, quien cuenta que tanto ella como sus hijos han estado sufriendo dolores de estómago.
«Es horrible. No se puede beber», concuerda Adrian Díaz, un maestro que compra dos o tres botellas de agua de 6,5 litros cada dos semanas. “Mi esposa tiene hipertensión, entonces le es imposible beber esta agua por la cantidad de sal que tiene”, explica.
La emergencia es clara. Montevideo y la zona metropolitana, donde viven cerca de dos millones de personas, podría quedar sin agua bebible en el grifo, como consecuencia de la persistente crisis hídrica.
El presidente del país, Luis Lacalle Pou, reconoció la gravedad de la situación al señalar que si no llueve en los próximos días “va a haber un lapso en que el agua no sea bebible”.
“Estamos tratando de manejar lo mejor posible las reservas que tenemos y haciendo una obra que va a llevar 30 días”, aseguró el mandatario.
A principios de este mes, el Gobierno de Uruguay declaró una emergencia hídrica, eximiendo de impuestos el agua embotellada y ordenando la construcción de un nuevo embalse.
Las autoridades también intentan paliar la crisis con la distribución de agua potable a grupos vulnerables como escuelas, hogares de ancianos y hospitales, según indicó el subsecretario del Ministerio de Medio Ambiente, Gerardo Amarilla.
Pero ante la magnitud de la problemática, las medidas parecen insuficientes.
«El tema es real (…) Es complicado, especialmente, para las clases bajas»
Frank Lampariello, quien vive a las afueras de Montevideo.
Se trata de un país que hasta hace poco siempre había podido beber el agua que sale de sus grifos de forma segura, a diferencia de otros países de América Latina. Hoy ese escenario va quedando en el pasado.
Texto por: Yurany Arciniegas (France 24) – con Reuters, AFP, AP y medios locales
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