Diario de un migrante

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Cada día al llegar la noche, he acumulado toda mi osadía posible y me acuesto seguro y convencido que mañana me voy a otro país: tengo varios en la mira. Por la mañana, ya disuelta la acumulación de fuerzas del día anterior, cual “deja vu”, inicio nuevamente la cuenta que me llevará a la seguridad de irme, de dejar todo, de iniciar una nueva vida.

Siempre es igual cada día, comienzo por analizar qué hago aquí, los pro y los contra. Aquí, por la falta de oportunidades y trabajo, me he vuelto un vago. Allá, seguro no me alcanzará el tiempo entre buscar trabajo, cuidarme de los perseguidores de extranjeros, los policías matraqueros, que me dicen que también los hay, hasta que seguro conseguiré una chamba. Estoy preparado mentalmente para que no valoren mis conocimientos en derecho, -estaba estudiando y la falta de profesores estaba alargando mucho la carrera-, ni mis cualidades de comerciante, siempre me gusto estar vendiendo algo, traía mercancía por internet y algo me ganaba. Pero bueno, no me importa, siempre se abrirán nuevas experiencias, para eso me voy.

Luego iba estudiando mis posibilidades de crecimiento profesional en el allá, antes de que me vaya al “más allá”. Seguro conseguiré una pareja que tenga un cantaito de por allá, mexicano, chileno, argentino pibe, siempre me sube el ego hablar como argentino. Me arrejuntaré hasta estar seguro de que esa es la propia, a menos que me exija matrimonio de una vez, para conseguir papeles de residente más rápido. Bueno, hay que llevar una mentalidad flexible, adaptarse a las nuevas condiciones, hacer lo que veas para confundirte en tu nuevo hábitat. Sin duda, me he preparado bien psicológicamente: mente positiva y abierta.

He visto muchas páginas por internet de los países donde me gustaría vivir. En todos hay bonitos paisajes, se habla y se aprecia el turismo. Siempre he tenido alma de turista, me gusta la playa, la montaña. Estoy seguro que en esos rincones paradisíacos podré conseguir como sobrevivir en mis primeros meses, tal vez un año o dos, antes que se me presente el gran salto de la economía informal a un empleo de esos que pagan impuesto y lo legalizan a uno por allá. Pensar que aquí nunca pienso en esas cosas.

Mis más cercanos migrantes me han contado, que sí, que es difícil, pero poco a poco se logra que lo acepten a uno. Hay que estar muy atento, me dicen, porque si te metes en un problema o caes mal en una comunidad, lo mejor es que vuelvas a migrar, me lo dijo uno que lleva como tres cambios. Yo creo que el problema es él. Yo estoy seguro que no tendré inconvenientes, mi simpatía es abrumadora. Que mente, que mente la mía, voy bien.

Por la tarde, me decido a que, por allá, voy a comer de todo, mi gusto se ha quedado rezagado aquí, arroz, harina, carnes en hamburguesa. No, ya es hora que acepte el pescado, los granos y que son muy alimenticios. De hambre no me dejaré morir. Es más si me toca trabajar en un ventorrillo de comida rápida, lo haré con orgullo y seguro podré picar allí sin costo. Más adelante es posible que consiga una oportunidad en un restaurante, he escuchado que somos muy apreciados por nuestra sazón, nunca será tarde para aprender un nuevo oficio y la cocina, ser chef, suena bien.

Del vestir ni me preocupo, siempre habrá trapos que ponerse y la moda ahora nos beneficia, un roto por aquí, otro por allá, eso es “cool” aquí y donde sea.

Por las amistades, ni hablar, me dicen que en todas partes tenemos grupos, galladas, vecindades, guetos, nuestra sangre llama y me imagino cómo nos ayudamos unos a otros, esta solidaridad y cordialidad que nos caracteriza seguro nos hará muy pronto, famosos en el mundo. No sé, es mi pensar. ¡Allá voy!

Se manejar y cuento con que en pocos meses tenga mis cuatro ruedas. Es más, en los días libres, haré de taxi con eso me redondearé algo extra. Me dicen que por allá un carro es baratísimo, porque aquí es imposible.

Estudiar, lo estoy pensando, no se si me de tiempo. Mucha gente exitosa, no ha necesitado estudiar, la inteligencia neta, va por dentro. No aspiro a ser multimillonario, pero la fortuna me espera. Mi mente, mi mente…

Va llegando la noche. La convicción es fuerte y consistente. Miro el morral abierto y la ropa lavada y planchada que me dejó mi mamá por la tarde. Mi pensamiento sigue revisando cada uno de los pasos que voy dar, las situaciones que sé, me voy a conseguir y cómo lidiar con ellas y salir siempre adelante. Van millones que lo han hecho, millones no pueden equivocarse. O sí


Una respuesta a «Diario de un migrante»

  1. […] mortífera del mundo y acumula más de 28.000 fallecidos desde 2014 –en junio medio millar de migrantes perecieron en un único naufragio cerca de Grecia–, según la […]

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